Lograr lo que te voy a compartir hoy significa llegar a la maestría de ti mismo. La mayoría de las personas que empiezan a tener un atisbo de lo que es la realidad de este plano físico comprenden de la manera más contundente que la máxima de Sócrates: Solo sé que no sé nada, es la verdad más grande que existe.
Esa es una de las frases más sabias de todos los tiempos. Estoy segura de que cuando Sócrates la expresó, ya había descubierto la verdadera naturaleza de este mundo. Es un principio que debes grabar en tu mente, porque te lleva a estar abierto a todo aprendizaje y a respetar cada palabra de enseñanza que llega a tu vida.
El verdadero discípulo adquiere sabiduría a cada instante de su existencia, tomándola de toda cosa, situación, palabra y hecho que viene a él. Todo lo que sucede en la Tierra y cada movimiento de los reinos que en ella residen son sus maestros, y nunca deja de aprender.
De la mano de esa enseñanza llega la humildad, que es lo primero que se necesita para entrar en los planos superiores. Si intentas ser líder y situarte por encima de tus semejantes, lo único que conseguirás es fragmentar tu ser, porque el liderazgo no se planea ni se desea. El liderazgo se alcanza sin quererlo y sin pretenderlo.
Lidera con hechos y no con palabras
Puedes ser guia solamente cuando has abierto puertas para que los demás circulen a través de ellas, y no por lo que les predicas. Tienes que lograr que te admiren no por lo que dices, sino por lo que haces. El verdadero maestro demuestra con hechos lo que hay que hacer y con sus hechos valida lo que enseña a sus discípulos.
En realidad, cada persona es al mismo tiempo aprendiz y maestro. Aprendes de todo lo que te rodea y siempre brindas alguna enseñanza a los demás. Así pues, procura que tu enseñanza esté basada en tus hechos y no en tus palabras. Que los otros perciban lo que has adquirido en el camino hacia tu propia maestría.
Entonces, sé el protagonista de tu propia vida. Lo único que importa es que logres la entrada a los planos superiores. Para ello necesitas antes que nada humildad, como te comentaba antes. La soberbia, la ambición y el orgullo te impedirán esa entrada. Ahora te compartiré varios puntos para ayudarte a ser ese protagonista.
El silencio y la introspección son esenciales
El saber que no se sabe nada es algo extremadamente importante; debería estar escrito en cada espejo de tu casa. Evita caer en la tentación de predicar a los demás. Si ya has despertado y eres el portador de la luz para tu familia y amigos, podrías querer empezar a resolverles la vida y a transmitirles la verdad que ahora posees.
Incluso podrías sentir el deseo de empezar a enseñar, de asumir un cierto liderazgo y de convertirte en un gran maestro. Esa conducta te perjudica, porque impide que crezcas en tu propia maestría. El crecimiento perdurable sólo se logra a través del silencio y la introspección, y se ejerce a través de la investigación.
Si supieras —y pronto se sabrá— lo que es de verdad este plano físico, te daría vergüenza pretender enseñar siendo todavía un aprendiz que desconoce casi todo. El auténtico maestro y guía no pretende ser líder. Nunca te pongas como meta llegar a serlo. Guíalos por lo que haces y por cómo vives, y no por lo que dices.
Predicar y enseñar cuando todavía no estás preparado te aleja de la introspección necesaria para tu evolución. No puedes darle la maestría a otros si tú mismo no conoces toda la verdad.
Nunca dejas de aprender
Todo el mundo tiene algo que compartir a los demás. Todos y cada uno de los seres que habitan este plano físico y otros planos están dándonos enseñanzas, incluso sin palabras. A veces lo hacen a través de una acción que nos deja atónitos y nos cambia la perspectiva de vida. A este respecto, observa también a la naturaleza.
Al observar los reinos naturales puedes aprender mucho sobre el espíritu de colaboración, la aceptación, la adaptabilidad a los cambios y el saber actuar en consecuencia. Hay muchísimas cosas por aprender, y siempre hay algo que debes incorporar a tu vida; algo en lo que debes trabajar arduamente.
Si ves repetidamente los videos de mis clases comprobarás que la información llega cuando estás preparado para recibirla. Ni antes ni después. Cada vez que vuelves a ver un video o a leer un artículo, extraes algo nuevo. Hoy incorporas una parte de la enseñanza y mañana otra. Una a una las integras, luego las vives, y después de vivirlas estás listo para la siguiente fase.
Siempre hay alguien que sabe más que tú
Ese alguien nunca es quién tú piensas. Yo he aprendido frases importantísimas, que me han permitido integrar una información enorme, expresadas por un niño o por alguien que podrías considerar «ignorante» porque no tiene estudios formales. Mucha sabiduría valiosa viene a partir de la experiencia y el sufrimiento.
Esa sabiduría está en la calle y en todas partes. No la busques en el cielo, ni busques a los maestros arriba. Los maestros están aquí abajo y están todo el tiempo hablándote. El problema es que no los escuchas. El simple acto de observar a una madre animal cuidando a sus crías te hará ver a una gran maestra.
El error consiste en querer encontrar respuestas únicamente en el cielo. En realidad, el cielo está aquí. Es más, los Maestros Ascendidos también están en este plano. Su sabiduría se encuentra en cada átomo de esta Tierra. No hace falta creer que tienen alas o luces, ni que están volando en forma etérica alrededor nuestro.
El Maestro está en unidad con la Totalidad; está en una gota de lluvia, un atardecer, un niño que te dice algo, y también en esos seres que crees ignorantes. Muchas veces ese Maestro está en tus pensamientos. ¿Sabes cuántas veces tienes pensamientos dirigidos por los que tú llamas Maestros, y no los has escuchado?
Precisamente por esto la maestría implica silencio e introspección. En medio del ruido no puedes escuchar todo lo que hay a tu alrededor y que te haría aprender mucho.
Sé un verdadero guía
Todos los habitantes de este plano físico somos seres ascendidos, pero no te es posible escuchar tu propia voz superior por el barullo mental que te envuelve. ¿Y aun así quieres salir a enseñar a los demás? Primero sé el protagonista de tu propia vida. El liderazgo se alcanza cuando los demás empiezan a admirarte por tus hechos.
Empiezan a seguirte, y sin que lo sepas, los guías abriéndoles puertas. Eso es un verdadero líder. Los que se proponen ser líderes lo hacen desde la ambición, y como consecuencia se separan de la Totalidad. No se entra a los planos superiores desde el egocentrismo, la soberbia o el orgullo.
No intentes arrastrar a otros a los planos superiores. Ellos llegarán por sus propios medios. Algunas veces lo harán gracias a que tú, sin darte cuenta, por tus hechos y no por tus palabras, los has guiado hasta allí. Así que considera todo el trabajo que tienes que hacer en ti para que en algún momento puedas ayudar a otros.
Combate la soberbia y el orgullo
Como te decía antes, cuando logras tener un atisbo de la verdad puedes caer en la tentación de ser valorado por tus palabras o por lo que aportas como enseñanza a los demás. Eso es orgullo y soberbia, y debes trabajar en combatirlos. A lo largo de la historia, los grandes líderes nunca se fijaron como meta principal serlo.
Hicieron cosas que otros admiraron y siguieron. Han existido grandes líderes de la luz, pero también de la oscuridad. Estos últimos efectivamente siguieron el camino de la soberbia, el orgullo y la ambición. Sin embargo, ya que te encuentras aquí conmigo, ¡no creo que desees convertirte en un caudillo de la oscuridad!
Los grandes líderes de la luz han seguido el camino del silencio y la introspección. Se han dicho todos los días: «Crezco. Hago mi trabajo. Produzco cambios en mí y así logro que otros cambien». Hay muchos en este momento que son grandes líderes en sus casas, trabajos, comunidades y para todos quienes los observan.
En cambio, pretender salvar al mundo cuando todavía no te has salvado tú es soberbia y orgullo. Tienes que trabajar mucho en el silencio, la introspección y el reconocer que no lo sabes todo. Nunca dejas de ser aprendiz, y no olvides que la enseñanza puede venir de cualquier persona.
Que tu meta sea acceder a los planos superiores y no convertirte en líder. La meta de un verdadero maestro no es liderar ni ser admirado. Así pues, examina si te has fijado metas para ser reconocido y honrado.
Eres un eslabón de la Totalidad
Al descender a este plano nos convertimos en eslabones de una cadena, todos ellos necesarios pero ninguno individualmente indispensable. Si volviésemos a ascender, veríamos que lo único que existe es una sola Totalidad. Reconocer que no eres más importante que los demás es emprender el camino de la humildad.
¿Te habías dado cuenta de que eres un eslabón de la gran Totalidad? Más bien te vas a los extremos: O te sientes el centro del Universo, o crees que no vales nada. En realidad eres una parte muy importante de la cadena, pero al mismo tiempo, eres sólo un eslabón más. Entre todos, uno más uno, integramos la Totalidad.
Eres parte de una gran cadena. La verdad es la Totalidad; no eres tú. Efectivamente, eres necesario e importante, pero también lo son todos los demás. Integramos la Totalidad, que es lo único que existe.
Sin esfuerzo no hay recompensa
Debes ser el protagonista de tu vida, pero no para ser célebre, admirado por todo el mundo y líder de multitudes, sino para conectarte a la Totalidad. ¿Y cuál es el camino hacia tu propio liderazgo? ¿Cómo puedes guiar y abrir puertas? El primer paso es no pretender ser el guía ni la llave. Un auténtico líder no quiere salvar a otros.
Hablando de mi propia experiencia, cuando vinieron a mí las herramientas cuánticas, no sentí que hubiesen venido para todos. Las empecé a usar para mí, y produje el cambio en mí. Demostré su eficacia con hechos, y de pronto, alguien me vió y dijo: «Quiero saber qué es lo que haces«. Luego vino otro que también quería saber.
Y en cierto momento ya éramos un grupo. Todo esto empezó hace más de once años, pero te puedo decir que llevo una vida entera investigando cómo ser la protagonista de mi propia existencia. Pasé por muchos años de silencio e introspección. Viví muchos años en absoluta soledad, combatiendo la soberbia y el orgullo.
Si deseas guiar, asciende y conéctate a la Totalidad
Esto lo digo porque sé que muchos, en cuanto tienen un atisbo de la verdad, de inmediato quieren enseñar a los otros, así sea a la fuerza. A este respecto, quiero compartirte algo que ilustra bien lo anterior. Alguna vez recibí un mensaje enviado por un chico de Brasil. Era muy simpático y decía:
«Estoy cansado de tus vídeos, porque mi mamá me vuelve loco obligándome a verlos. Te odio porque ella me los pone todo el tiempo, pero me encantas«. Te odio pero me encantas. Es un hermoso mensaje. Sin embargo, fíjate en lo que estaba haciendo esa madre. Está alejando a su hijo de la enseñanza.
Entonces, ¿cuál es la manera correcta de enseñar a los hijos? Con hechos. Tus hijos te observan todo el tiempo. Siempre están con los ojos fijos en ti, porque eres lo que tienen más a la mano —si no es que lo único— para aprender lo que es la vida. Aprenden de ti y de la escuela. Ese es su mundo entero.
Para un niño, su universo entero es su mamá, papá, hermanos, si es que los tiene, maestros y compañeros escolares. Sé un líder silencioso para él, y así te admirará. «Mis padres lo saben todo y hacen magia con la mente», dirá. Asi pues, asciende y conéctate con la Totalidad para lograr transmitirle este conocimiento.
La soberbia y el orgullo te separan del amor
No te sientas superior al otro, porque eso te divide y separa de la Unidad. No creas ser más espiritual, ni ser un eslabón más grande o fuerte. En las parejas, muchas veces había uno que se sentía mayor que el otro. Digo «había» y «se sentía», porque ahora el equilibrio femenino-masculino ya está establecido y seremos iguales.
Para ser el protagonista de tu propia vida, debes saber que todos somos eslabones de igual importancia. Todos cumplimos una función y ninguno es mayor que otro. Es todo un trabajo lograr la maestría de tu propia humildad. Ahora bien, no creas que el desprecio y la soberbia sólo se experimentan en grado superlativo.
Simplemente con sentirte diferente al otro ya estás teniendo hacia él una mirada de orgullo. Esa mirada te encadena a la dualidad, que representa la falsa división entre unos y otros. En este plano eres un eslabón, unido al siguiente y al siguiente, hasta formar una cadena. No existe una parte separada de esta gran Totalidad.
No olvides que en el solo hecho de sentirte diferente ya hay un asomo de desprecio hacia el otro eslabón que está junto a ti, y que es tan importante como tú.
Trece principios para entrar en los planos superiores
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Silencio
Si hablas poco, te equivocas poco. No prediques a otros ni intentes convencerlos de tu verdad. El silencio hace que los demás te observen, pero el hablar mucho los aleja.
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Introspección
Cuando te silencias puedes empezar a escuchar tu propia voz. Así pues, el silencio y la introspección hacen que te muestres a través de tus hechos, y no únicamente con palabras.
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Sencillez
Sencillez en las formas, en las cosas y en el nivel de pensamientos en tu mente. Entra en el fluir natural de la vida. Debes ser tan sencillo como un niño.
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Unidad
Recuerda siempre que todos somos eslabones necesarios para integrar una única Totalidad.
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Igualdad
Cada eslabón de la cadena es diferente. No hay dos idénticos, y ninguno es superior a otro.
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Busca la enseñanza en todo y en todos
Siempre hay alguien que te va a instruir, y no es necesariamente quien tú crees. Deja de ver el cielo y mira aquí en la Tierra, donde existen muchos seres que te pueden enseñar con un gesto, una palabra, una frase o una acción. Nunca dejamos de aprender, y saberte un eterno aprendiz te hará alcanzar tu propia maestría.
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Aceptación
Debe ser absoluta y total. No resistirte a ninguna circunstancia es seguir el camino de la humildad que te llevará a planos superiores. Si no te gusta lo que ha llegado a tu vida, no lo resistas. Acéptalo y luego rediséñalo. Si te resistes, ya sea por soberbia, orgullo o simple terquedad, te apartas de dicho camino.
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Respeta la condición divina del otro
El respeto a lo sagrado que es el otro es una gran enseñanza. Si Dios es omnipresente, no existe un lugar ni un ser donde no esté. Así pues, deja de ver a Dios fuera de ti o de los demás. No está solo en el cielo, sino en cada átomo del Universo. Una cucaracha es tan sagrada como tú.
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Respeta las opiniones del otro
Si crees que está equivocado, es sólo tu punto de vista. En cambio, si reconoces lo sagrado que tiene el otro para otorgarte, lo respetas al máximo, independientemente de que estés de acuerdo o no con él.
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Ábrete al conocimiento
Recuerda en todo momento la máxima de Sócrates: Sólo sé que no sé nada. Eso te abre a todas las fuentes de conocimiento. Todos me lo aportan y todo me enseña algo a cada minuto. Si estás en presencia absoluta, estás observando la Totalidad, y no hay nada que no puedas aprender.
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No pienses y fluye
El no pensar te hace entrar en la humildad. No buscas controlar o manipular a los demás, y el fluir es una consecuencia de no pensar y vivir en la sencillez.
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No te creas superior a los demás
Todos tienen algo que enseñarte. Todos tienen algo que aportar. Todos son importantes dentro de esta cadena que es la Totalidad.
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Ayuda a los demás desde la luz
No ambiciones el liderazgo ni la aprobación de los demás. Eso te divide por completo. El verdadero deseo de ayudar a otros se hace desde la compasión, el amor, la igualdad y la humildad.
Finalmente, te dejo una frase hermosa que me llegó desde los planos superiores: El verdadero conocimiento es saber que eres nada y a la vez lo eres todo. Nada, porque sólo eres un eslabón de la Totalidad, y todo, porque esa Totalidad es la suma de todos los eslabones.
Si te gustó este artículo y quieres profundizar más en este tema, te recomiendo que leas el artículo anterior: Logra tu propia maestría a través de tu intuición.
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