No postergues tu bienestar atándote a otros
Casi a diario debemos tomar decisiones con respecto a nuestra conducta para con los demás. Es por ello que esta clase será muy productiva para todos. Cada vez que postergas tu crecimiento por atender las necesidades de otros te encadenas a la tercera dimensión. Esto puede parecerte falso debido a una idea errónea.
Muchas veces llamamos amor y dedicación a entregar nuestra vida en aras del bienestar de otro. Lo consideramos como una conducta virtuosa, digna del mayor reconocimiento. Sin embargo, la paradoja consiste en que nunca llega la gratitud de ese otro, ni llega tampoco la valoración de esa entrega por parte de los demás.
Toda relación de dependencia perjudica a las dos partes
¿Y sabes por qué? Porque cuando te sacrificas por los otros e intentas rescatarlos, les impides vivir lo que deben vivir. Puedes darme muchas razones para justificar tu conducta, algunas muy válidas, pero esta no deja de ser una relación de dependencia, en la que a veces incluso se necesita que seas el cuerpo físico del otro.
Es muy perjudicial para las dos partes que asumas el papel de rescatador y tomes todas las decisiones que el otro debería tomar por sí mismo. En ese momento, el protegido siente un fuerte resentimiento hacia su protector, mismo que puede convertirse rápidamente en rechazo.
Lo que resiente el protegido es el control. ¿y por qué pasa eso? Porque no permites que el otro sea independiente. Consideras que esa persona no puede valerse por sí misma y no le permites tomar sus propias decisiones. Entonces surge el enojo. Ese otro se siente atrapado.
Todas estas emociones negativas generan en ti una frecuencia vibracional extremadamente baja. De esta manera, lo que comenzó como un acto de amor se convierte en una fuente inagotable de dolor. Por eso es que la postergación de tu crecimiento en pos del bienestar de los otros genera grandes ataduras.
Ahogar la independencia del otro genera resentimiento
Esa misma dependencia que has generado en el otro hace que le impidas ejercer su libre albedrío. He escuchado ese reproche innumerables veces a través de mis terapias, e incluso cuando trabajaba como abogada y llevaba casos relacionados con el reparto de una herencia entre hermanos.
En casi todas las familias hay un hermano o una hermana que postergó su vida en aras de la atención a sus padres, y que considera no haber recibido de ellos más que enojo, resentimiento e ingratitud. En cambio, el hermano que nunca se ocupó de sus progenitores es el preferido y recibe la mayor parte de sus bienes.
Casi nunca ocurre que los padres digan al hijo abnegado: «La casa es tuya porque nos cuidaste». Toma en cuenta que eso no es amor, sino el pago de un servicio. Considera si en el caso del hijo predilecto, lo único que hacen sus padres es retribuir el amor que han recibido. Tal vez ese hijo fue capaz de brindarles un afecto más puro.
Tal vez ha convivido con ellos irradiándoles una frecuencia vibracional mucho más alta, donde el amor impera. Ahora puedes ver por qué esa postergación provoca tanto dolor.
La dependencia detona emociones negativas
Y ese dolor puede conducirte a la envidia y a los deseos de venganza hacia aquellos que han recibido el reconocimiento, la gratitud y el amor de los seres por los que tanto tiempo te has sacrificado. Considera toda la densidad que generas cada vez que postergas tu vida por intentar proteger a los otros.
Otro caso similar es el de una madre que se posterga por sus hijos, trabajando día y noche para sacarlos adelante. De pronto aparece el padre, que nunca se ocupó de la familia, y esos hijos lo reciben con un amor inmenso. Ante esto, la madre dice: «Lo he dado todo por mis hijos, y ahora resulta que se quieren ir a vivir con ese irresponsable».
¿Por qué pasa eso? Si un hijo quiere irse a vivir con un padre al que apenas ha visto después de vivir toda su vida contigo, analiza si la frecuencia con la que has irradiado tu relación con ese hijo no ha sido una de amor, sino de postergación, resentimiento y muchas otras emociones negativas.
La codependencia crea mucho dolor
A partir de esa vibración han forjado una relación de enemigos íntimos. La frecuencia con la que te comunicas con aquellos a los que deseas proteger siempre es de carencia, y por lo tanto, extremadamente baja. Has truncado tus metas esperando resultados favorables donde no los habrá.
Lo que ata a esa relación te destruye a ti, a la otra persona y al hermoso proyecto que hubieses podido construir si ambos hubiesen trabajado en la sintonía del amor. En cambio, ahora piensas: «No me voy para no dejarlo solo, pero no lo puedo ni ver». Estás llena de emociones negativas.
Cada vez que no tienes ganas de hacer algo y lo haces, tu frecuencia vibracional pasa a ser una de postergación, misma que, como hemos visto, te ata a la tercera dimensión. Y ésto lo digo porque dentro del juego de la ilusión de la inconsciencia se cree que el amor se demuestra dando todo de nosotros hacia los otros.
Una falsa concepción del amor
Se cree que el amor se demuestra viviendo para los demás. Muy pocos son los que viven para sí mismos. Y encima, a los que se animan a hacerlo los tildamos de egoístas. Sin embargo, quizá el egoísta está vibrando alto porque solo mira el amor que hay en él y en todas sus circunstancias.
Ese egoísta sabe decir que sí y sabe decir que no en el momento adecuado. Hace lo que desea en el momento que lo desea. Es por eso que a ese ser al que los demás ven como un desconsiderado le sale todo bien, y quienes se sacrifican todo el tiempo no obtienen recompensa alguna. Al parecer todo está patas arriba.
Aparentemente, en este juego de la ilusión todo está al revés. El hijo preferido es el que iba a visitar a sus padres muy de vez en cuando. Y tú, que te desvives por ellos, no recibes más que enfado y maltrato. Lo que ha ocurrido es que los momentos que ese hijo tan querido dedicó a su familia fueron irradiados por la alta frecuencia del amor.
La frecuencia que irradias es lo más importante que das al otro. El villano de la película no es quien aparece una vez al año, sino quien impide al otro ejercer su libre albedrío.
A mayor resentimiento, mayor destrucción
Cuanto más resentimiento tengas hacia la otra persona en una relación, más densidad energética entrará en tu vida. Mientras más postergación acumules, más ingratitud recibirás. Esos seres que juzgas ingratos solamente te devuelven todo el resentimiento y deseos de venganza que estás emanando a través de tu frecuencia vibracional.
Y todo eso, sumado a la envidia que sientes por esos egoístas que nunca se han preocupado por el otro, hace que te llenes de odio. Al final, tú misma eres la única culpable de todo lo que has generado al hacer que otros dependan de ti. Muchas veces, el postergar tu vida en aras del bienestar de otro es una especie de mandato.
Muchas hijas, sobre todo las menores, han tenido que obedecer la orden de cuidar a sus padres hasta que éstos mueran. Generalmente, esas mujeres no pueden casarse, y ni siquiera tener novios, aunque lo deseen y sus padres lo permitan. Para lograrlo, primero deberán borrar ese mandato inconsciente.
La clave es hacer lo que de verdad deseas
Si tu vida está postergada porque te impusieron el papel de cuidadora de padres ancianos, considera si de verdad eso es lo que deseas. Si no es así, rompe ese mandato antes de que haga que te conviertas en rencor y no en amor. Ese amor en el cual debes convertirte es lo que te puede transformar en ese hijo preferido.
Puede transformarte en el ser elegido y valorado, que solo recibe gratitud. Un ser que solo da amor en todos tus actos sabe perfectamente cuándo decir sí y cuándo no. Así pues, lo primero es reconocer este patrón y empezar a tomar tus propias decisiones. Recuerda que a mayor resentimiento, más baja es tu frecuencia vibracional.
El rescatador anula el libre albedrío del otro, y el rescatado está resentido y se siente atrapado. El único desenlace posible al que se llega después de esta anulación es la codependencia. Entonces, ¿cuál es la decisión correcta? Pues hacer solamente lo que deseas a cada momento y en cada situación, y no lo que «deberías».
Emprende acciones porque deseas hacerlas, y no por un falso sentido de lealtad hacia otros. De esta manera no fomentas la dependencia ni el control de unos sobre otros, acciones que fomentan un gran karma que te mantendrá atado a la tercera dimensión. Todo el trabajo espiritual que realizas no funcionará si postergas tu vida por otros.
Amar es respetar
El resentimiento trae enfado y te conduce hasta el odio. Por esto, serte leal a ti mismo es lo más importante. Observa a esos a los que se tilda de egoístas o indiferentes. Obsérvalos con una mirada cuántica, que es la verdadera, y no la que nos han inculcado a lo largo de la historia de la humanidad.
Considera que todo el amor que crees dar al otro sin amarte a ti mismo es energía de baja vibración, de control y de codependencia. Esto debe ser tomado en cuenta especialmente en el caso de las relaciones entre padres e hijos. Así pues, si los tienes, observa con atención cuáles son sus emociones.
Un hijo al que le ha sido respetado su libre albedrío ha recibido amor verdadero. Si no lo has hecho codependiente, te puedo asegurar que permanecerá a tu lado por siempre. Sin embargo, muchas personas justifican esa sobreprotección e invasión del libre albedrío en nombre de un supuesto sacrificio.
Un hijo criado desde el respeto a su libre albedrío nunca manipula. Cuando no estableces relaciones de codependencia expresas toda la dimensión de tu Ser.
Cuando haces lo que deseas das lo mejor de ti
Así es como debes vivir el resto de tu vida. ¿Y puedes redimirte aún, después de todo lo que has vivido y realizado? Por supuesto que sí. Empieza todo de nuevo ahora mismo y verás el cambio. Yo lo he constatado personalmente en el caso de muchos de mis estudiantes y a quienes he atendido en terapia.
Aún cuando hayas establecido una relación de codependencia y una anulación del libre albedrío de tus hijos, cuando cambias tu frecuencia vibracional hacia el amor, ellos serán los primeros en percibir el cambio. Lo agradecerán y se unirán a él, porque no hay nada más hermoso que una relación de amor entre una madre y un hijo.
La madre o el padre desean una relación plena, y el hijo desea tener una madre y un padre que lo ame y respete, por más tarde que sea. Yo he visto hijos de todas las edades que hasta el último momento buscaron a esa madre o a ese padre que tanto desearon a lo largo de toda su vida.
Siempre se busca esa palabra y esa conexión de amor, y cuando no la hubo, se intenta establecerla hasta en el último segundo de vida de los padres. En cambio, cuando eres fiel a ti mismo, das lo mejor de tu Ser. Entonces, cada vez que digas algo desde el fondo de tu corazón será expresión del amor que emanas a través de su radiación.
No existe el «no puedo»
Podrán enojarse quienes no entienden que te amas a ti misma, pero a la larga, la frecuencia de amor que has dado en todas tus relaciones saldrá victoriosa. Nadie es ciego a la luz del amor que eres. Sin embargo, podrás preguntarte: «Me sacrifico por otro, pero no me queda otra, porque ese es el trabajo que debo hacer».
«Y si yo no lo hago, no lo hará nadie más», podrías decirme. O tal vez tengas un mandato de tus padres para cuidarlos. Lo que te respondo es que no existen los «no puedo\». Puedes crear todo lo que deseas con el poder de tu pensamiento. No existen el «no hay dinero», ni el «no hay nadie que se ocupe de cuidarlos».
Todo eso no existe, porque puedes crear la realidad que deseas en cualquier momento. Si has creado la postergación de tu propio bienestar, es porque así lo has querido. Debes verificar cuál fue la frecuencia en la que has entrado para obligarte al sacrificio por el otro. Puede ser de control, venganza o hasta odio, pero nunca amor.
El momento de la decisión impostergable
Has elegido tu propia realidad y la has creado. A lo largo de mi vida he visto muchas situaciones en las cuales era a todas luces imposible remediar una situación de postergación de ser, porque no tenía dinero, casa propia, trabajo o personas que le ayudaran. Sin embargo, todo se soluciona a partir de un momento crítico.
Ese momento fue cuando la persona atrapada en una circunstancia aparentemente insalvable dijo: «Ésto no es lo que quiero para mi vida», y decidió cambiar la situación. No olvides que lo que quieras vivir será lo que se te presente. Sin embargo, nuevamentevo puedes decirme: «Yo no quiero vivir esto».
Y estaré de acuerdo contigo, pero eres capaz de crear otras posibilidades de solución. Solo empieza a moverte y entra en el flujo universal donde todo se resuelve. Anímate a desear, y el Universo entero confluirá para que ese deseo se cumpla. Este proceso es mucho más fácil de lo que piensas.
No existe el «si yo no estoy para cuidar a mis padres, no estará nadie\». Lo que en efecto existe es un mundo de infinitas posibilidades que solo requiere de tu deseo para activarse. Si quieres tu liberación y la de otros, la tendrás, siempre y cuando dejes de anular el libre albedrío de todos los seres.
Al respetar el libre albedrío de los demás, evitarás su resentimiento y podrás conectarte con el amor. Y la mejor noticia es que puedes empezar a cambiar ahora mismo.
Toma acción y sal de la tercera dimensión
Ahora es el momento. Empieza a mover toda tu energía. Si lo quieres, lo tienes, y hay infinitas posibilidades de que eso que necesitas se manifieste. He visto muchos milagros y reacomodos de una situación aparentemente imposible de cambiar. Surgirán infinitas soluciones después de que decidas no postergar tu vida por el otro.
A pesar de los temores iniciales, la vida se acomoda, porque ambas partes han recuperado su independencia. No te asombres si después de recuperar tu propia vida no te tengan la gratitud y el amor que tanto deseabas y pretendías recibir. Debes tomar la decisión de romper con misiones y mandatos impuestos o autoimpuestos.
A este respecto, puedes inventar miles de excusas, pero todas ellas son expresiones del miedo a tu propia liberación y a la del otro. Seguirás estableciendo una relación de dependencia, sin soltar el control que has ejercido. No dejes que te domine la frecuencia vibracional del miedo.
Eso se llama cobardía, y esa emoción genera entre personas codependientes un lazo de mucho dolor y muy difícil de cortar. Esta atadura energética hace que te mantengas en tercera dimensión y no seas capaz de manifestar ese Dios vivo que eres. ¿Y sabes dónde está tu peor enemigo?. En ti mismo.
Espero que apliques todo lo que te he compartido en esta clase, sobre todo si mantienes lazos de atadura por control, manipulación o dependencia.
El apego y el miedo impiden la manifestación de tu Ser
Muchas veces las ataduras se establecen a causa de una supuesta ganancia material, como por ejemplo una casa que heredarás como pago a tus cuidados. Entonces esperas por años, y cuando tus padres finalmente mueren, la tan anhelada casita es dada en herencia a ese hijo predilecto que nunca los atendió.
Por esto, desapégate de todo: objetos materiales, mandatos o supuestas obligaciones. Suelta lo que te ata, porque no hay peor cosa que seguir encadenado a la tercera dimensión. Libérate y llénate de amor, y podrás entender a lo que se refería Jesús cuando dijo: Busca el Reino de los Cielos y todo lo demás vendrá por añadidura.
Cuando te llenas de amor a ti mismo, sales de la tercera dimensión, y todo llega por añadidura: gratitud, valoración, dinero, oportunidades y éxito. El Reino de los Cielos está dentro de ti. Puedes convertirte en el Dios vivo que eres: Un ser que ha tenido la valentía de salir de todas sus limitaciones auto creadas.
Nadie te ha arrojado al lugar donde estás ahora. Nadie, excepto tus limitaciones auto creadas. Así pues, la postergación de tu bienestar, crecimiento y felicidad en pos de la atención a los otros no hace más que atarte a la realidad de tercera dimensión. No hace más que retrasar tu camino hacia la ascensión.
No olvides que a veces tu peor enemigo eres tú mismo, y que el miedo y el apego provocan dolor. Aléjate de ellos a toda costa; sé valiente y manifiesta ese Dios vivo que eres.
Si te gustó este artículo y quieres profundizar más en este tema, te recomiendo que leas el artículo anterior: Libera a la Superheroína que Hay en Ti
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