Hoy abordaré un tema de mucho interés para todos. Te relataré una serie de circunstancias que se dan muy a menudo en las interacciones entre tus familiares y tú, mismas que siempre deberían ser una muestra de amor, solidaridad y fraternidad… pero que en ocasiones resultan todo lo contrario.
Frecuentemente, las celebraciones familiares son fuente de conflicto y dan pie a un sinfín de emociones encontradas. Ahora examinaremos lo que sucede a su alrededor, y lo más importante, cómo encontrar una solución a esos conflictos. Primero mencionaré tres grandes miedos, haciendo énfasis en tu papel como su observador.
Miedo al rechazo
El miedo al rechazo es una constante en las reuniones familiares, y constituye un gran generador de disgustos y peleas. Muchas emociones negativas surgen a partir de este miedo tan común. En algún momento, todos nos hemos sentido rechazados o hemos sentido rechazo por alguien.
No se salva nadie, y con ello se establece de antemano un ambiente de enfado y tristeza. Previendo una situación desagradable en una futura reunión, intentas tomar precauciones antes de asistir. Por desgracia, esto casi siempre se traduce en exigencias, y de allí pasas en un dos por tres a las discusiones con tu familia.
Finalmente, después de discutir, te vas a la fiesta sintiéndote obligado. No quiero ni pensar en lo que hay dentro de esas reuniones: Malos modos, expresiones de desprecio y todo tipo de resentimientos latentes. Considera con atención todo lo que provoca en tu núcleo familiar el observar situaciones futuras adversas.
Imagínate la frecuencia vibracional con la que llegas al lugar de la reunión, aún si lo haces con un exquisito platillo y champaña en la mano. Empiezas a pensar: «Encima de que estuve trabajando todo el día me desprecian y critican a mis espaldas». La verdad es que no has llegado solo con delicias bajo el brazo.
Has llegado con una frecuencia tan densa que se podría rebanar. Lo que ha entrado a la casa donde se han reunido es la energía que emanas.
Miedo al abandono
Las emociones provocadas por el miedo al rechazo, tales como frustración, confusión y vergüenza, ocasionan en ti un estado de tensión constante. No sabes por qué te sientes emocionalmente desequilibrado, y la frecuencia vibracional que tienes en ese momento está cargada de ansiedad.
Y esa frecuencia es lo único que los demás pueden leer. Las personas que llegan a ti se encuentran en las mismas condiciones que tú, porque lo igual atrae a lo igual. Por lo tanto, quien se acerque a ti tendrá esos mismos sentimientos de abandono. Imagínate entonces lo que estás atrayendo a tu vida.
No creo que vaya a ser una reunión muy divertida, por más que llegues con la champaña y los manjares. Aquellos que tienen frecuencias elevadas no pueden llegar a ti porque los estás rechazando con tus emociones negativas. Ahí aparece este segundo miedo, que es al abandono.
Miedo a no ser capaz de resolver los problemas
Y como resultado de la aparición de los dos primeros miedos, es muy frecuente que surja un tercero, que es el miedo a no ser capaz de resolver los problemas. En ese momento ya eres víctima del estrés. A medida que se acerca la fecha del compromiso, empiezan a brotar en ti más sentimientos negativos, incluso de venganza y odio.
Y empiezas a elucubrar planes y a manipular. Criticas y juzgas, y con ello destruyes la armonía familiar. Todo porque tienes miedo a no ser capaz de resolver los problemas que pudieran surgir. Algunas personas dicen: «Yo soy libre y dejo que los demás hagan lo que quieran», pero por dentro sus miedos están desatados.
Haz lo que de verdad deseas
Por otro lado, están los que solo desean hacer lo que de verdad sienten, sin importar lo que piensen los demás. Entienden que son libres para decidir, sin tener que cumplir las expectativas de alguien más. Si sigues esta norma, estás en lo correcto, pero debes poner atención en un punto de posible conflicto.
Existe una línea muy delgada entre la venganza y el hacer de verdad lo que deseas desde el amor. No puedes plantarte delante de tu pareja y soltarle: «Rosanna me dijo que haga lo que yo quiera porque debo seguir los deseos de mi corazón, así que no voy a casa de tus padres, porque me odian y rechazan y no los puedo ni ver».
Eso no es actuar desde el amor, sino desde la venganza. Es muy distinto sentir amor dentro de tu corazón y aceptar al otro tal cual es, con sus limitaciones y sus miedos. Recuerda que no solamente tú los vives. También los sufren esos seres que parecen tan malos y que provocan tantas peleas.
Ellos también hacen lo que pueden y no lo que quieren. Son seres tan amorosos como tú. No te quieren rechazar ni vengarse de ti. Hacen lo que pueden de acuerdo a sus condicionantes y a la información de que disponen. Son presa de todos los miedos y traumas que han acumulado a lo largo de sus vidas y que permanecen con ellos.
Una línea muy sutil
Todo lo que emanas entra contigo al lugar de la reunión, incluyendo la historia previa que ha generado tanta esa energía negativa. Entonces, hacer lo que deseas de verdad desde el amor implica trazar una línea muy sutil. Esto es muy difícil de lograr si no controlas tu mente y dejas que tu Presencia Yo Soy sea la que dirija tu vida.
No podrás distinguir esa línea si tienes la mente ocupada hablándote sin cesar de pasados adversos y futuros catastróficos, así como de todo el daño que crees te han hecho, de lo que pasará cuando te vuelvan a rechazar y abandonar, y de cómo no podrás resolver esa situación. Allí están los tres miedos de los que te he hablado.
Debes distinguir entre seguir los verdaderos deseos de tu alma y el deseo de venganza. Cuando un supuesto deseo de tu alma significa cortar con la empatía y el impulso de hacer felices a los demás, no está alineado con el amor. Y eso es todo un trabajo, porque debes mantener tu mirada siempre anclada en ese amor.
Cuanto más puedas controlar tu mente, más podrás corregir toda la energía que está contigo en este momento y que va a entrar junto a ti en tu próxima reunión familiar. Primero sana toda esa energía y luego decide si asistir o no a esa fiesta. Puedes aplicar esta misma acción a todas las circunstancias de tu vida.
Actúa desde el amor y no desde el dolor
Cuando dejes un trabajo, no lo hagas por venganza, buscando meter en problemas a tu jefe. Que sea porque deseas un cambio en tu vida para mejorar y desarrollarte. Si vas a dejar a tu pareja, plantea la separación desde el amor y el beneficio mutuo. El amor debe permanecer entre dos seres que han convivido y disfrutado uno del otro.
Así evitarás tomar decisiones basadas en venganzas, miedos u odios. No caerás en la inflexibilidad ni la rigidez, y evitarás sentir decepciones. Reconozco que alcanzar ese estado es difícil, porque en la ecuación humana uno más uno siempre equivale a dos. Sin embargo, en la ecuación del amor, uno más uno es mucho más.
El amor no se mide en términos de sumas y restas, o de dar conforme a lo que has recibido, o de responder al bien con bien y al mal con mal. Por esto la Biblia te pide dar la otra mejilla. Mi padre usaba mucho esa frase, y yo, al oírla, me enfadaba y le contestaba: «Eso harás tu, pero yo ni loca pongo la mejilla de nuevo».
Muchos años después entendí el significado de esa enseñanza. «Dar la otra mejilla» es responder desde el amor y no desde el dolor. Significa que ante un rechazo o una situación en la que sientas que te han hecho daño des una respuesta de amor. Ahora te compartiré qué fue lo que me enseñó el verdadero sentido de esa frase.
Un acto de amor puro
Mi maestra fue mi sobrina, que en ese entonces tenía cuatro años de edad. Ese día, mi hija, que tenía once años, quería hacer un dibujo, y mi sobrina estaba molestándola tratando de llamar su atención. Yo estaba sentada a la mesa delante de las dos, y veía cómo mi sobrinita estaba importunando a mi hija sin cesar.
Entonces mi hija, exasperada, le contestó: «¡Sal de aquí!». De inmediato le llamé la atención: «No, Melanie, no le digas eso a tu prima, porque es muy chiquita. Como castigo, dame la hoja y el lápiz». En ese momento, mi sobrina dijo, dirigiéndose a mí: «No». Tomó papel y lápiz, y se los devolvió a Melanie.
Y siguió hablando con ella con todo el amor del mundo, como si ese acto de desprecio nunca hubiese existido. Fíjate qué respuesta de amor más grande. Eso es dar la otra mejilla. La pequeña no se sintió agraviada ni agredida. Entendió la circunstancia por la que un ser de amor como su prima actuó en forma agraviante.
No era porque fuera mala. Es que se sentía agobiada en ese momento. Observa como una niña de cuatro años pudo darse cuenta de que eso que estaba recibiendo no era un agravio, sino una consecuencia de sus actos. Ese día entendí por fin lo que significa dar la otra mejilla, y fue algo muy hermoso.
Dar la otra mejilla es el acto de amor más grande que puedes hacer por ti, porque con ello frenas las consecuencias adversas de acciones basadas en la venganza.
Mantén un corazón limpio y una mente en blanco
Volviendo al caso de mi sobrina, fíjate como su acto de amor detuvo todas las posibles consecuencias desfavorables. No hubo castigos y no se generaron rencores, odios u otras emociones negativas. El día terminó entre abrazos, besos, un bonito dibujo terminado y mucho aprendizaje.
Hacer lo que deseas de verdad requiere un corazón limpio y una mente en blanco, guiada por tu Presencia Yo Soy, que te permita tomar decisiones en base al amor y no a las emociones negativas sostenidas por miedo al rechazo, al abandono y a no ser capaz de resolver los problemas.
El miedo al rechazo se manifiesta como enfado, tristeza y discordia. Por su parte, el miedo al abandono te hace pensar que nadie te quiere. En realidad, lo que pasa es que los seres que te aman no pueden llegar hasta ti a causa de la baja frecuencia vibracional que emanas. No te rechazan, sino que tu vibración los repele.
Finalmente, el miedo a no ser capaz de resolver los problemas te genera incertidumbre y ansiedad. Piensas: «A ver que conflictos surgen ahora. Nunca se pueden evitar», y de allí pasas a las críticas y las manipulaciones. A este respecto, ¿tienes idea de cuántas relaciones han sido destruidas por ese tipo de manejos?
Debes identificar esos miedos para evitar sus nocivas emanaciones, y una vez identificados, debes neutralizarlos para seguir el deseo de tu corazón desde el amor.
La solución es trabajar en ti
Trabaja en ti mismo para elevarte. Que tu felicidad no dependa de nada ni de nadie. Debes decidir con libertad lo que harás: Si serás parte del problema al intentar cumplir las expectativas de otros, o si tendrás el valor de expresar lo que de verdad deseas desde el amor y no desde los mandatos y el compromiso.
Si dices sí o no desde algo diferente al amor, serás esclavo de tus emociones. Ten en cuenta que tu felicidad no depende de parecer bueno, de que otros te amen o de estar atento a satisfacer las expectativas que tienen contigo. Depende de corregir tus miedos y elevar la vibración que entra contigo a esa fiesta junto con la champaña.
Tienes que transmutar esos miedos. Trabaja en cambiar la observación que estás haciendo dentro del campo de las infinitas posibilidades. Si observas miedo al rechazo, te rechazarán o vas a rechazar a los demás. Recuerda que el mecanismo de la Ley de Atracción se echa a andar mediante la unión de pensamiento y sentimiento.
Retoma el control
Muchas veces tu pensamiento está centrado en el miedo al rechazo. Podrías decirme: «¡Pero si yo no pienso en eso!», y te contesto que lo haces con la mente inconsciente. Y si a ese pensamiento le sumas sentimientos de enfado y tristeza, tienes una mezcla potentísima, que hará imposible que no venga a ti lo que has observado.
Debes transmutar eso. Así pues, la solución está en trabajar en ti mismo a fin de transformar todos los sentimientos y emociones generados por los miedos. Solo así podrás decidir con libertad lo que quieres hacer. No caigas de nuevo en las dinámicas que te he relatado y que son tan humanas.
No regreses al sabotaje de tu vida orquestado por una mente sin control. Está creando a lo loco y tú eres un simple espectador de esa creación. Permites que tu mente inconsciente tome el control cuando entras en la tristeza, el enojo y todas esas emociones negativas provocadas por los miedos.
Sin embargo, esta transformación es más fácil de lo que piensas, porque no estás obligado a trabajar en los demás. No necesitas que el otro cambie y se vuelva bueno. Al trabajar en ti, traspasas los miedos que te he enumerado. Podrás percibir que cada uno vive su propia realidad, y que desde el amor es sencillo saber que hacer.
Cuando transmutas la energía negativa, toda observación desfavorable se apaga, al ser envuelta en el amor en el que te conviertes cuando dejas de pensar.
Alcanza la frecuencia del amor
Si cambias tu perspectiva y en vez de llenarte de odio, frustración e ira empiezas a tener pensamientos de amor hacia los demás, entrarás en el camino de la verdadera sabiduría. Comprenderás que los otros hacen lo que pueden y no lo que quieren porque son presa de sus miedos y traumas.
Tú mismo has sufrido en primera persona esos miedos al rechazo, al abandono y a no ser capaz de resolver los problemas. Ahora sabes que esa persona delante de ti que parece tan malvada, vengativa y odiosa los está sintiendo también y actúa en consecuencia. Entonces ya no juzgas ni criticas al prójimo.
Y así, al evitar juzgar y criticar a tus semejantes, conseguirás elevar tu frecuencia vibracional hasta alcanzar la del amor. Entonces saldrás del victimismo por completo, haciéndote dueño y señor de toda situación. Solo tú decides por ti, y lo haces desde el amor y no desde la venganza y el odio.
Tu libre albedrío es un don inestimable
Nadie puede forzarte a hacer lo que no quieres. Igualmente, debes respetar el libre albedrío del otro, aún si decide enojarse y mantenerse en frecuencias bajas al entregarse a sus miedos y traumas. Recuerda que posees la libertad de decidir cada instante de tu vida, y eso es grandioso.
Esa es una de las cualidades que tenemos conforme a nuestra propia condición divina. Sin embargo, nunca olvides que tu libertad termina donde el otro debe ejercer la suya, y eso incluye la libertad de enfadarse, vengarse y sentir odio por ti. Debes respetar que el otro decida sostenerse en frecuencias bajas.
Por eso no critiques ni juzgues. Acepta y decide desde el amor lo que harás con tu vida. Tampoco te conviertas en víctima de abusos porque has entendido que el otro hace lo que puede y no lo que quiere. Encuentra el equilibrio dentro del cual, entrando en la frecuencia del amor, puedas decidir lo mejor para ti.
Frecuentemente en las relaciones de pareja una de las partes dice: «El otro es mi espejo. Me quedo con él o ella porque es mi maestro o maestra. No importa que me maltrate todos los días». Recuerda que el amor y el respeto más grandes son los que debes tenerte a ti misma o a ti mismo.
Nunca olvides que el amor más importante es el que te das a ti misma o a ti mismo. Eres un ser de libre albedrío y nadie puede obligarte al sacrificio.
Lo más importante eres tú
Si estás feliz, en armonía y paz, emanas el amor que todo lo sana y supera. Así pues, si buscas una solución, conviértete en amor. Si te cuidas y vibras en amor, la felicidad va a reinar a tu alrededor. No hay nadie que pueda oponerse al amor, por más que quiera mantenerse en la más baja de las frecuencias.
Te puedo asegurar que tal resistencia es imposible, porque el amor es irresistible y nadie puede evitar caer rendido a sus pies. Espero que con estas palabras puedas sentir la paz y el amor que deben ser la base de tu frecuencia vibracional. Tienes la bendición del libre albedrío, y a través de él puedes decidir lo mejor para tu vida.
Si te gustó este artículo y quieres profundizar más en este tema, te recomiendo que leas el artículo anterior: Piensa en soluciones cuánticas en lugar de preocuparte
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